“Yo quiero hacer más ejercicio pero no tengo tiempo. Hago todo lo que puedo”.
¿Está seguro?
No tienen que convencerme: yo sé que es difícil sacar tiempo para hacer ejercicio; pero también sé que, si no lo sacamos a la fuerza, no es algo que pueda suceder de manera espontánea.
Pero digamos que aun haciendo que el día tenga 100 horas, solo logra sacar unos pocos minutos a la semana para hacer ejercicio. ¿Qué hacer?
Hay que inyectar la actividad física dentro de las otras cosas que ya están en la agenda y a las que de por sí les dedicará tiempo.
Por ejemplo, al levantarse puede abrir la llave de la ducha y hacer una plancha mientras sale el agua caliente, enjabonarse haciendo una sentadilla de sumo, lavarse los dientes mientras hace desplantes y ponerse las medias haciendo equilibrio con una pierna.
Sí, yo también me siento media tonta cuando lo hago pero ¿qué importa?
Sé que eso no es el equivalente a una sesión de ejercicio completa pero sé también que todo suma (o más bien resta, si estamos hablando de calorías).
Que en el país seis de cada 10 ticos sean obesos no es solo producto de malas decisiones alimentarias, sino también del sedentarismo.
Hay que vencer la pereza y cambiar la ley del mínimo esfuerzo por la ley del máximo esfuerzo y la máxima movilidad que se pueda lograr dentro de cada día.
Así que los invito a seguir leyendo cómo inyectar más actividad dentro de los quehaceres cotidianos de cada día.
Si va en transporte público, bájese una parada antes de lo usual; y si tiene carro, mi entras maneja, apriete los glúteos y el abdomen durante 30 segundos y repita la acción cada vez que frene. (Esto también lo puede hacer mientras está sentado en su escritorio)
Cuando llegue al trabajo, parquee el carro al otro lado de la entrada para verse obligado a caminar extra; evite el ascensor y suba por las escaleras. Puntos extra si lo hace de puntillas.
Durante el día, camine hasta donde sus compañeros de trabajo, en lugar de chatearles o de enviarles un correo, y camine también mientras atiende sus llamadas telefónicas.
Incluso, leí un caso de una persona que tenía walking meetings con sus clientes: se citaban en parques o centros comerciales y conversaban los asuntos mientras caminaban por ahí. Si le calza, aplíquelo.
Después de almorzar, dedique algunos minutos para caminar en los alrededores (esto también ayudará a la digestión). Compre un termo y haga lo mismo a la hora del café.
Si tiene que ir de compras, parquéese bien largo de la entrada. Haga una sentadilla cada vez que tenga que recoger algo del piso o de los estantes de abajo (se lo agradecerá su espalda), haga la fila para pagar estando de puntillas y devuélvase al carro haciendo flexiones de codos con las bolsas hacia el carro.
Y si va a ver tele, ni se me haga el ruso. Ahí sí que puede hacer toda una rutina de ejercicio mientras ve las noticias, el partido, la serie o lo que estén dando. Y ¡prohibido usar el control remoto!
Igual si va de paseo: una mejenga, una caminata, unos cuantos ejercicios de piernas y brazos dentro de la piscina…
Querer es poder. Tener una vida más activa está completamente al alcance de sus pies.
Esas fueron las inyecciones de ejercicio que se me ocurrieron para las actividades diarias, pero si alguien tiene alguna adicional, por favor, compártala con nosotros para ponerla en práctica.
Esta nota se publicó primero en http://www.elfinancierocr.com/blogs/la_milla_extra/tener-vida-activa_7_264043595.html