Aunque no lo crean, la materia que más me costó en la escuela y el colegio fue educación física. Mi mamá me ayudaba a “estudiar” para los exámenes: quitaba los colchones de las camas y me sostenía mientras intentaba hacer la parada de manos; o me tiraba la bola para que se me quitara el miedo a atraparla.

Nunca se me ocurrió cuestionar por qué tenía que hacer esa clase ni para qué me servía. La tenía que hacer y sacar buenas notas, como las demás; punto.

También recuerdo que el ejercicio era parte de nuestra rutina porque, como vivíamos solas y a ella le gustaba ir al gimnasio, me llevaba con ella. Algunas clases, como las de baile o aeróbicos, las hacíamos juntas —o eso intentaba yo—; otras veces la esperaba sentada mientras la veía ir de máquina a máquina.

Nunca dijo “¡qué pereza ir al gimnasio!” o “ tengo que ir a hacer ejercicio”. Siempre me demostró que era algo que quería y disfrutaba hacer.

Les cuento esto porque recientemente un lector del blog me preguntó que cómo podía hacer para que a sus hijos les gustara más hacer ejercicio. Bueno, en realidad la pregunta fue cómo hacer para que quisieran hacer la clase de educación física.

Sin embargo, creo que el tema da para más porque los niños y adolescentes no requieren hacer ejercicio una clase por semana sino, 60 minutos diarios de actividad física de intensidad de moderada a vigorosa, de acuerdo con las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud  (OMS).

Como en muchos aspectos de formación, la mejor enseñanza se logra con el ejemplo. Así que si quiere que sus hijos no sean sedentarios, deberían ver que sus padres no lo son y que el ejercicio no es algo que les mandó el doctor o algo que tienen que hacer en contra de su voluntad, sino algo que disfrutan hacer por todos los beneficios que les trae.

La otra parte está en la escuela, que es la otra institución social de formación.

Yo tuve la dicha de estar en un colegio donde me dieron desde natación, futbol y kickball  hasta taebo, gimnasia y baile. No obstante, en otros colegios las opciones son más limitadas y mucho queda en manos de los profesores de educación física, quienes tienen el reto de lograr interesar a sus alumnos en una materia que, a diferencia de lo que a veces se percibe con otras, sí tendrá una aplicación práctica el resto de sus vidas.

¿Qué hacer para lograr más interés?

El educador físico, José Miguel Herrera, por ejemplo, recomienda programar ejercicios funcionales —esos que se asemejan a los movimientos que se realizan en la vida diaria– en forma de juegos recreativos y explicar la importancia de realizarlos.

“Son ejercicios utilizados tanto en la vida diaria como en la práctica y mejora de alguna disciplina deportiva y así deben presentarse”, dijo.

En el caso de las chicas, que suelen ser las más reacias a la práctica deportiva, aconseja añadir el elemento de la vanidad, sin generar complejos ni obsesiones distorsionadas, pero sí como un elemento que pueda ayudar a captar su interés en la materia.

El educador físico, Jhonny Porras, también recomienda a los profesores involucrarse para que los estudiantes sientan que son uno más de la lección.

Y no solo debe ser uno más, asegura, debe ser el mejor: “si mi aspecto físico no es adecuado, no seré creíble; y si ejecuto algún fundamento de un deporte, es importante que lo realice bien para que me convierta en un modelo a seguir”.

Además, considera necesario realizar, como se hace en los gimnasios, un diagnóstico de la condición y estado físico de los estudiantes y de sus habilidades.

Luego, con base en esto se deben seleccionar las actividades y las formaciones técnicas que se enseñarán en el curso lectivo.

“Es importante que el profesor corrija y que no pierda de vista que la clase debe crecer en dificultad conforme los estudiantes mejoran”, aconsejó.

Porras y la educadora física, Sofía Fernández, coinciden en la importancia de establecer metas y retos personales pequeños, que vayan creando un deseo de competir consigo mismos, no solo dentro de la lección, sino fuera de ella, para así crear el hábito del ejercicio.

Una vez que alcanzan esas metas, añade la también entrenadora del equipo de voleibol femenino el Colegio Saint Francis, es necesario reconocer esos logros de los estudiantes para que se sientan motivados.

Diversidad

Coinciden todos los entrevistados en la necesidad de que las clases estén bien planificadas pero que también sean diversas para evitar la monotonía y el aburrimiento.

Herrera habla de la importancia de tomar en consideración los gustos e intereses de todos los estudiantes para intentar incorporarlos en las actividades del curso, sin que por ello se pierda la congruencia que estas deben tener con el programa de educación física del Ministerio de Educación Pública ( MEP).

También recomienda utilizar y sacar provecho a las herramientas que se encuentran en centros educativos.

No se refiere únicamente a las canchas: las graderías, los pasamanos, las suizas y las bolas pueden utilizarse dentro de las lecciones.

Finalmente, creo que desde la salud pública se puede incentivar este tema a nivel nacional.

Este domingo, por ejemplo, hay una carrera familiar: pueden correr niños desde los 12 meses hasta los 12 años en las cuatro categorías que tiene la carrera infantil y adultos, en la de 5km y 10km.

Ahora que correr está de moda, podrían ampliarse las categorías e incluir a los más pequeños para que se entusiasmen con este tema y lo empiecen a incorporar voluntariamente y desde niños, como parte de las actividades recreativas que realizan en sus vidas familiarmente, tal y como me lo enseñó mi mamá hace casi 30 años.

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