Les cuento: hubo una época el año pasado en que trabajaba de 4 p.m. a 12 medianoche, todos los días.

Dormía ocho horas y, lo que me gustaba del horario, era que podía ir a correr con el sol de las 9 a.m., que es mi favorito.

Sin embargo, a los meses me empecé a sentir cansada y no entendía por qué, si dormía ocho horas diarias, me sentía fatigada, tanto al hacer ejercicio, como al realizar las actividades de la vida cotidiana.

Un  estudio de la Universidad de Northwestern me dio la respuesta:  si bien dormir mal no cambia la capacidad aeróbica de las personas, sí modifica la percepción del esfuerzo realizado.

“Una persona con déficit de sueño es físicamente capaz de correr la misma distancia o levantar el mismo peso, pero los efectos mentales de ello pueden tener consecuencias, como mal humor, ansiedad e irritabilidad (además de la percepción de mayor cansancio)”,  dice el médico Thomas Balkin, en el sitio especializado Runners World.

Yo ya tengo el  hábito de hacer ejercicio, pero para los noctámbulos que no lo tienen, y quieren forjarlo,  las malas noticias no terminan ahí.

De acuerdo con un  estudio dado a conocer en el sitio de la Academia Americana de Medicina del Sueño, los noctámbulos son más sedentarios y sienten que tienen más dificultades para mantener un programa de ejercicio.

 “Las  personas que caracterizaron a sí mismos como amantes de la noche reportaron más tiempo sentados y más barreras percibidas para realizar actividad física, incluyendo no tener suficiente tiempo para hacer ejercicio y ser incapaz de adherirse a un programa de ejercicio”, aseguran los investigadores.

La investigadora principal del estudio, Kelly Glazer, afirma que  incluso entre los individuos que tienen una vida activa, el tiempo de sueño saludable y su reloj biológico están relacionados con sus patrones de actividad y sus actitudes hacia la actividad física.

En el estudio se evaluaron los patrones de sueño de 123 adultos sanos, que dormían más de 6,5 horas diarias, media más que el mínimo recomendado por los especialistas.

Así que pareciera que no basta con dormir suficiente, sino que se requiere un sueño de calidad.

De hecho, la especialista en medicina del sueño Lilliana Estrada explica que no es lo mismo dormir de noche, de día o de madrugada.

“El  sueño nocturno es de mejor calidad que el diurno porque se hace en un ambiente totalmente silencioso y oscuro. Los que se acuestan tarde y tratan de compensar horas de sueño durmiendo en el día solo recuperan un 25% del sueño, aunque se duerman las mismas ocho horas diarias, que es lo ideal”, detalló.

En su opinión, lo ideal es acostarse a las 10 p. m.

“La noche se hizo para descansar y el día para trabajar. Si tiene que trabajar de noche mi recomendación es que busque otro trabajo”, sostuvo.

Si hacerlo definitivamente no es viable, hay que intentar  emular las condiciones que se tienen de noche a la hora de dormir: silencio y oscuridad.

A las personas que dicen no poder dormirse más temprano porque sencillamente no les da sueño, Estrada dice que es un hábito que tienen que corregir.

“Hay gente que tiene el ritmo circadiano (ciclo del reloj biológico) alterado porque tiene una  higiene inadecuada de sueño: se levantan tarde y toman muchas siestas durante el día y por eso le cuesta dormir. Lo que hay que hacer es cambios paulatinos hasta  reprogramar el reloj biológico”, comentó.

¿QUIERE MÚSCULO? DUERMA BIEN

En el  entrenamiento, el reposo es algo fundamental, no solo entre series, ni  entre días de entrenamiento, sino también, el que se tiene al dormir.

“El sueño juega un papel crítico en la restauración del cuerpo, sobre todo después de hacer ejercicio”,  afirma William O. Roberts, de la Escuela de Medicina de la Universidad de Minnesota.

Coincide con ese criterio el entrenador David Robson: “ mientras se duerme, se produce entre el 60% y el 70% de la hormona de crecimiento y ocurre la síntesis de proteína. Por eso, sin un sueño adecuado, el tiempo dedicado al gimnasio podría ser, en gran medida, tiempo perdido”,  explica el médico en el sitio especializado Runners World.

Además, dicen ahí, la  falta de sueño interfiere con el metabolismo de la glucosa, del cual dependen de músculos para su recuperación, y  ha sido relacionada con el aumento de la grasa corporal y con  otra serie de enfermedades.

De hecho, el mal dormir puede comprometer al sistema inmunológico.

“Los que duermen seis horas o menos de sueño tienen un 50%  menos protección de su sistema de inmunidad que los que duermen ocho horas por noche”, aseguran en ese sitio.

Y si  se enferma, tendrá otra razón (u otra excusa) para no hacer ejercicio.

En todo caso, dormir es tan sabroso que pedirles que lo hagan no debería ser sacrificio para nadie. ¿O sí?

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