“Hacé 10 lagartijas, 10 abdominales y una plancha”, me dijo no más entrar.

Había llegado 10 minutos tarde y sabía que me había perdido el calentamiento, dondehabían lubricado las articulaciones que usaríamos durante la clase.

“También les había puesto ejercicios para piernas y estiramientos dinámicos, como los de yoga, pero te los perdiste”, me comentó después, durante la entrevista, Floriana Cruz, instructora certificada de pole dancing.

Mientras hacía mis ejercicios de calentamiento, miraba a mis demás compañeros en Crystal Pole Dance Studio intentar —y lograr— trucos y poses elegantes y retadoras.

Me sentía inhibida y nerviosa. Tenía la impresión de que técnicamente podría sostenerme en el tubo, gracias a la fuerza que he venido ganando en brazos, manos y espalda. Sin embargo, no me considero poseedora de la sensualidad y la presencia “escénica” que desplegaban ellos.

No me malinterpreten: quienes quieren hacer pole dancing como ejercicio sentirán, al final de la clase, que entrenaron y que sus músculos se ejercitaron y se fortalecieron –sobre todo los que están del ombligo para arriba–; pero quienes están valorando la opción de añadir estas clases grupales como parte de su plan de entrenamiento deben saber que, quieran o no, además de ejercitar sus músculos, ejercitarán su sensualidad, la confianza en su autoimagen corporal y hasta su líbido.

“Vas a estirar tu brazo derecho para tomar el tubo con esa mano; la izquierda lo agarrará un poco más abajo. Vas a pegar tu cadera derecha también al tubo y te vas a sentar en una silla invisible, ¿ok?”.

No me había percatado de que el que giraba era el tubo sobre su propio eje; no, los estudiantes alrededor del tubo. Por eso, tomé más impulso del requerido antes de tomar el tubo y aferrarme a él Empecé a girar a una velocidad mucho más rápida de la requerida y sentí miedo ante la posibilidad de salir volando y estrellarme en el piso de cerámica del salón.

“¡Estirá el brazo izquierdo!”, me dijo Floriana. “Si estirás las extremidades o alejás tu cuerpo del eje, disminuirás la velocidad; si las acercás al tubo, la aumentarás”.

El tip funcionó en esa y en todas las otras ocasiones en que intenté el ejercicio, con uno y otro lado de mi cuerpo.

Sentí mis bíceps: realmente habían hecho un buen trabajo aguantándome suspendida mientras giraba. También mi abdomen había trabajado para mantener mis piernas sentadas en la famosa “silla invisible”.

Tras varios giros hacia uno y otro lado, estirando y cruzando piernas e, incluso, saludando al público imaginario, Floriana supo que estaba lista para intentar trepar el tubo.

“¿Alguna vez has escalado cuerdas?”.

“Sí”, mentí.

“Es igual: agarrás el tubo con tus brazos estirados. Colocás el empeine detrás del tubo y con la otra pierna lo abrazás por el frente, ambas piernas flexionadas. De ahí, estirás las piernas, buscando ir más arriba y subís los brazos de posición, te jalás hacia arriba y subís las piernas igual que al principio”, detalló, intuyendo la mentira blanca.

Aunque sin cuerdas, conocía ese tipo de ejercicios: en el gimnasio, los llamamos chin ups o pull ups y se usan para fortalecer la espalda. Además, tener el tubo apretado entre las piernas sin duda sería un ejercicio para mis piernas, especialmente, para la cara interna de ellas (aductores). No estaba equivocada.

Faltaba aún un tercio de la clase y mi cuerpo ya empezaba a sentirse fatigado pero la satisfacción de cada logro me impulsaba a querer dar más. Estaba decidida a intentar todo lo que estuviera a mi alcance realizar durante esta experiencia.

Un reto adicional se sumó a la trepadera.

“Ahora te vas a sostener en medio, sin utilizar los brazos. Vas a tener que apretar el core”, me advirtió.

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La clase llegaba a su fin y, por más de que hubiera deseado intentarlo, no estaba lista para probar poses más complicadas, como las que implican llevar las piernas por encima del nivel de la cabeza y colgar invertidamente, sujeta únicamente por esas extremidades.

“Eso lo intentamos después. Es un trabajo paulatino. Primero nos enfocamos en fortalecer los brazos, para que puedan aguantar el peso de su propio cuerpo y ser capaces de ir haciendo cosas cada vez más bonitas pero más complejas en fuerza y agilidad”, dijo Floriana, eso requiere tiempo, reconoció.

Un ejercicio integral

No supo decirme con qué otro ejercicio compararía pole dancing. Más bien lo considera una actividad física que combina otras disciplinas: “Yo he hecho a lo largo de mi vida  ballet,  gimnasia,  danza contemporanea, telas, taekwondo y bailes populares; pero me gusta el pole porque abarca desde la gracia y la agilidad de la danza hasta la fuerza requerida en gimnasia y las acrobacias en telas”, comentó.

Personalmente, considero que es un ejercicio funcional capaz de quemar calorías, mejorar la coordinación y el balance y fortalecer la mayoría de los músculos del cuerpo, sobre todo en clases más avanzadas.

Por lo que vi y viví, en las principiantes, el trabajo se centra en bíceps (cuando los brazos están sosteniendo al cuerpo mientras están flexionados) y tríceps (cuando lo sostienen estirados, como en la pose de Peter Pan), antebrazos y espalda, principalmente.

Más adelante, a ello se suman otros ejercicios, que harán el trabajo más integral.

“Saltar, girar y agacharse involucran los músculos de las piernas, como glúteos, caderas, isquitibiales (la parte detrás del muslo), cuádriceps (muslos) y pantorrillas”, describen enHealthy Living; también colgarse sosteniéndose de las piernas requerirá fuerza en esos músculos.

Además, añaden en Fit Day, una ventaja adicional de este tipo de ejercicio es que no solo requiere el trabajo muscular en cuanto a fuerza, sino también, en cuanto al control de esa fuerza, necesario para moverse de una manera estable, continua y sostenida, manteniendo la forma y la pose correctamente.

Contraindicaciones

Pese a sus ventajas, como cualquier actividad física, el pole dancing tiene sus riesgos.

Desde golpes y hematomas hasta quebraduras de dedos, costillas y cuello, han visto las salas de emergencia, producto de algún mal movimiento realizado en estas clases, cuenta el doctor Ryan Stanton a Today.

“La mayoría de las lesiones se asocian con caídas”, asegura pero también, añade el médico de urgencias, existe el riesgo de contraer alguna infección o quemadura en la piel, como consecuencia de la fricción o de paupérrimas condiciones de higiene y limpieza del tubo.

Claramente, si desea intentar este ejercicio, deberá asegurarse de que la persona que le enseñará está certificada y tiene experiencia pedagógica en el campo; que le pone atención y lo ayuda cuando intentará poses más complicadas y riesgosas y que el tubo que abrazará con su cuerpo está tan limpio como sus estándares de salud e higiene requieren que esté.

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