En el último post, les contaba que, ser una persona que realiza 150 minutos de ejercicio por semana podría reducir sustancialmente los riesgos asociados al COVID. Paradójicamente, el confinamiento producto del covid-19 se ha traducido, entre otras cosas, en una mayor inactividad física.

Fitbit Inc., empresa que desarrolla wearables para monitroear la actividad física realizada por sus usuarios, detectó una reducción de hasta 40% en la cantidad de pasos dada por 30 millones de sus usuarios a nivel mundial. Esto, en mayo 2020, cuando nos mandaron a todos para la casa, respecto de la misma semana, en la misma muestra, un año antes de que el coronavirus llegara a nuestras vida.

“Si bien la disminución de los niveles de actividad física y aumento del comportamiento sedente (tiempo que destinamos a estar sentados) es una reacción inevitable del aislamiento social y las actuales condiciones de confinamiento, sus consecuencias a corto y mediano plazo podrían ser más severas de lo que pensamos”, aseguran científicos chilenos.

Ellos determinaron cómo la reducción en la cantidad de pasos diarios y el aumento de días en cama pueden tener importantes implicaciones metabólicas en la salud, incluyendo aumentos en insulina, triglicéridos, masa grasa intraabdominal y reducciones en fuerza, velocidad y capaciddad aeróibica de todo el sistema cardiovascular.

Y es que perder masa muscular no es un tema de verse menos fit. “El gran problema que nos encontramos es la pérdida de masa muscular, la cual está asociada a problemas de movilidad, dolor y fatiga crónica”, afirma Javier Bruta, doctor en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte.

Lo que me preocupa es que nuestra sociedad ya tendía a ser sedentaria desde antes de la pandemia. Incluso, quienes hacemos ejercicio con regularidad, tenemos trabajos sedentarios, donde pasamos sentados durante, al menos, 8 horas al día, lo cual puede ser tan perjudicial como otras enfermedades.

“Un análisis de 13 estudios sobre el tiempo de estar sentado y los niveles de actividad física encontró que aquellos que se sentaban durante más de ocho horas al día sin actividad física tenían un riesgo de morir similar al riesgo de morir que plantean la obesidad y el tabaquismo”, detallan en Mayo Clinic.

¿Qué hacemos?

La recomendación cajonera es (sacar tiempo para) hacer 150 minutos de ejercicio a la semana. Sí, sino lo saca, no lo logra. Pero no voy por ahí.

Mi recomendación inortodoxa es aplicar la ley del máximo esfuerzo.

“¿Me pasa la sal?”

No. Levántase, dele tres vueltas a la mesa y alcáncese la sal usted.

¿Se le cayó el lapicero? Júntelo con una sentadilla, no a punta de lumbar y estirar el brazo lo más que le dé.

Escóndase el control remoto. Parquee lo más lejos posible de la entrada. Tome las reuniones que pueda de pie y no, sentado. Haga equilibrio sobre cada pierna. Desplácese haciendo desplantes, en vez de caminando. Haga oficio bailando. Mate moscas y zancudos con movimientos exagerados….

En general, todas las entidades proporcionan las mismas recomendaciones generales, que son permanecer activo en casa, hacer pausas activas cortas y evitar los periodos de sedentarismo excesivo, resumen en la Revista Española de Cardiología.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda interrumpir el tiempo sedentario cada 30 minutos.

Yo tengo recordatorios cada 60 minutos para levantarme y, cava vez, no solo me pongo de pie y camino unos cuantos pasos, sino que también muevo otras articulaciones al mismo tiempo, aunque me vea ridícula al momento. Mi cuerpo lo agradece.

Estoy segura de que el suyo lo agradecerá también.

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