Tengo un primo que es alto y delgado. Como el estereotipo deportivo, juega basketball, y como el estereotipo social, por ser hombre y adolescente, come todo el día y sigue siendo igual: alto y delgado.
Su papá también solía ser alto y delgado a su edad. Ahora, 40 años después, solo sigue siendo alto. Sin embargo, si tuviera un estilo de vida distinto, podría volver a su contextura original.
¿Por qué les cuento esto?
Porque todos estamos predispuestos genéticamente a tener determinada forma: es nuestro somatotitpo, esa estructura que tiene el cuerpo por naturaleza.
“Es una combinación de la musculatura, la estructura de los huesos y su densidad —características que están determinadas genéticamente y que no se pueden cambiar”, como el ancho de los hombros y de las caderas o el largo de las piernas y brazos, explica la especialista en fitness, Annette Colby.
Pero además de las formas visibles que tienen los somatotipos de las personas —los cuales se clasifican en ectomorfos, mesorfos y endomorfos (como los de la foto)— existen otras predisposiciones genéticas a nivel de metabolismo, también relacionadas con esos somatitopos, y que hacen que para algunos sea más difícil ganar músculo y que para otros lo sea perder grasa.
(Sí, ajá, acomódese en la silla que esto se pone mejor).
¿Y entonces, si yo nací endomorfo y redondito, estoy destinado genéticamente a quedarme así el resto de la vida? ¡No!
Lo que quiere decir es que ahí se va a quedar si no hace algo al respecto y que, si deja de hacer ese algo, ahí va a tender a volver su cuerpo naturalmente, porque así está predispuesto genéticamente.
“Podríamos decir que una persona tiene un tipo de cuerpo inherente o punto de referencia, un físico hacia el que van a gravitar en ausencia de circunstancias o esfuerzos concertados para cambiarlo. En este sentido, se podría decir que el somatotipo no cambia, mientras que la composición del cuerpo (grasa y músculo) sí lo hace”, explica Tom Venuto, authr de Burn the Fat, Feed The Muscle.
¿Y qué es ese algo que puede cambiar mi composición? (Adivine. Estoy segura de que ya lo sabe).
La nutrición y el ejercicio físico son clave. Pero también las actividades y hábitos relacionadas con la buena salud ( dormir, no fumar y otras actividades de ese tipo), enfermedades y la edad de maduración biológica influyen, explican diversos investigadores.
Lo que es bueno para el ganso…no siempre aplica para la gansa
Por eso, seguir la misma dieta y el mismo ejercicio de alguien más tendrá el mismo efecto en mí. Los resultados de un mismo plan variarán entre los somatotipos distintos.
“Simplemente hacer el mismo entrenamiento que hace alguien cuyo cuerpo usted admira y quiere puede que no funcione para usted”, dice experto en fitness Dean Hodgkin.
Por eso, es importante conocer su somatotipo, para que pueda crear un plan que enfatice y desarrolle las mejores características de su somatotipo y que se enfrente a las características de su predisposición genética, dentro de los límites biológicos posibles.
“ Hay que ser realista con su meta de cuerpo ideal y con los objetivos de entrenamiento. Pero la buena noticia es que puede ser lo mejor que puede ser dentro de esos límites”, aconseja Caroline Pearce, atleta, nutricionista y consultora de fitness.
¿Y para mi somatotipo qué es lo más conveniente?
Les cuento en el blog de la próxima semana, donde veremos las mejores prácticas que puede realizar.
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