Después de cierta edad, es común estar reacios a empezar a hacer ejercicio.

Algunos porque recuerdan lo que podían hacer antes y se frustran porque ya no son capaces de hacerlo; otros, porque sienten que “¿ya para qué?”, que con empezar “a estas alturas” no van a lograr nada; y otros, porque les da miedo lastimarse en el intento.

Lo que no saben estas personas es que “el ejercicio es beneficioso a cualquier edad”, dice Chhanda Dutta, director de la clínica Gerontology Branch en el National Institute on Aging.

De hecho, un estudio hecho con personas sedentarias mayores de 48 años demostró que, sin importar la edad a la que se empiece a hacer ejercicio, el sistema cardiovascular logra mejoras que reducen los factores de riesgo de padecer una enfermedad cardiaca y otros padecimientos.

 “Pero es que yo soy hipertenso”. “Tengo artritis”. “Quisiera pero soy asmático”. “Es que soy obeso”.

¿Y qué con eso? En muchos casos, el ejercicio no solo es compatible con la condición médica especial de algunas personas, sino que es capaz de aliviarla.

“¡Pero me puede dar un ataque cardiaco!”

“Sí, ha ocurrido. Pero ser una persona sedentaria es en realidad más peligroso que estar físicamente activo, no solo para enfermedades cardiacas, sino para otros padecimientos”, dice Dutta.

Además, hacer ejercicio fortalece los huesos y los músculos que protegen a las estructuras óseas y sus articulaciones.

“Conforme el cuerpo humano inevitablemente avanza hacia la tercera edad es cada vez más evidente la necesidad de hacer entrenamiento de fuerza y  ctividades de levantamiento de peso para desacelerar los cambios relacionados con la edad que ocurren en los huesos, músculos y hormonas”, asegura la American College of Sports Medicine ( ACSM).

Adicionalmente, asegura el American Council on Exercise ( ACE), reduce la degeneración de las vértebras que altera la cavidad toráxica, lo cual mejora el funcionamiento pulmonar.

Y las bondades del ejercicio no terminan ahí. Varios estudios han demostrado que el ejercicio no solo puede prevenir la pérdida de habilidades cognitivas y retardar el envejecimiento mental, sino que es capaz también de aumentar la capacidad de reaccionar más rápidamente a estímulos externos, mejorar el aprendizaje, la memoria y el autocontrol.

Aceptar el hoy y partir de ahí

La pérdida de habilidades físicas, como el equilibrio, la coordinación y la fuerza, no es producto de la edad, sino de la inactividad en la que han estado en determinado periodo de tiempo, asegura la geriatra y profesora Alicia I. Arbaje.

Pero así como se pierden, se pueden recuperar. Lo importante, dice la entrenadora Paige Waehner, es aceptar la condición física que se tiene actualmente y, a partir de ahí, con un plan de entrenamiento acorde con las posibilidades actuales y las metas futuras.

Sería importante enfocarlo en realizar actividades que le permitan mantenerse con la condición física necesaria para seguir realizando las actividades diarias —como subir gradas y cargar las compras del supermercado— y seguir siendo independiente y autónomo conforme sume años en su haber, aconseja el National Institutes of Health ( NIH).

¿Y cómo? Con ejercicios aeróbicos para mejorar la capacidad cardiovascular y mantenerse en el peso saludable, de fuerza para desarrollar y mantener la masa muscular y de flexibilidad, coordinación y equilibrio para mantenerse ágiles, recomienda James Graves, decano de la facultad de salud en la Universidad de Utah.

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