Todo el tema de Lia Thomas, la nadadora transgénero cuyo triunfo ha provocado polémica, me ha estado dando vueltas desde que supe la noticia.

En algún momento se dijo que las fibras musculares entre razas y sexos son distintas —ni mejores, ni peores; solo distintas—; y que eso explicaba por qué en algunos deportes sobresalen unos respecto de otros.

Pero también en algún momento se dijo que la Tierra era plana… Así que quise leer lo más reciente que pudiera encontrar del tema.Un estudio de la semana pasada (26 de marzo 2022) vio aumentos similares en el rendimiento de la fuerza y la potencia en hombres y mujeres durante 8 semanas de entrenamiento de resistencia basado en la velocidad.

En cuanto a resistencia, una investigación de febrero de este año vio especificidades de sexo en la biomecánica de carrera que pueden explicarse en parte por diferencias anatómicas y fisiológicas que “confieren una ventaja a las mujeres en el rendimiento de ultrarresistencia”.

Sin embargo, otros factores en las mujeres (como menor capacidad de carga de oxígeno y mayor porcentaje de grasa corporal) contrarrestan estas ventajas potenciales. De hecho, en el 2021 se dijo que “la grasa corporal es responsable del 30% al 70% de las diferencias observadas entre los rendimientos de sexo y los resultados de potencia durante las pruebas de salto”, en las cuales los hombres tenían mejor desempeño.

Otro estudio, de diciembre del 2021, determinó que, si bien “es probable que los hombres y las mujeres tengan diferentes estrategias neuromusculares y características musculares, esto no provoca una diferencia en la fatigabilidad por rendimiento”.

Investigadores vieron en el 2021 que,  después del entrenamiento de resistencia, las alteraciones morfológicas, funcionales y contráctiles iniciales son similares para hombres y mujeres y que no hay adaptaciones específicas de sexo ni para los músculos de la parte superior, ni para los de la parte inferior.

Una investigación entre esquiadores, realizada ese mismo año, mencionó que “un mayor enfoque en el entrenamiento de fuerza y resistencia de la parte superior del cuerpo en las esquiadoras en los últimos años puede haber cerrado la brecha entre la capacidad de resistencia de la parte superior e inferior del cuerpo en comparación con los esquiadores masculinos”.

No me voy a poner a decir “I did my research”. Googlear rápidamente y leerme las conclusiones de seis estudios random no es una investigación en sí misma. Lo sé.

También hay que reconocer que cada deporte, disciplina y ejercicio tiene sus singularidades que impiden extrapolar lo que se dice de uno a todo lo demás.

Además, para algo existen las categorías deportivas, ¿cierto?

Aún así, me parece que ya no se puede dejar uno decir que “el mero hecho de ser hombre o ser mujer (transgénero o no) le da ventaja sobre el sexo contrario en cualquier actividad física”: un hombre con obesidad probablemente no sea más veloz que una mujer que no lo es; una mujer que entrena desarrollo de fuerza máxima probablemente sea más fuerte que un hombre sedentario.

El caso de Thomas

Volviendo a Thomas, el tiempo que logró en la cuestionada victoria no rompió el récord que Katie Ledecky plantó en el 2017. Es decir, quiera usted referirse a Thomas como mujer, o –erróneamente– como “mujer que era hombre”, en cualquier caso, otra mujer es más rápida.

Además, me parece importante hacer eco de lo que reporteó Fiorella Masís: un año antes de competir en la categoría femenina de natación, Thomas se sometió a un tratamiento hormonal para bloquear la testosterona (hormona masculina) y aumentar las hormonas femeninas.

Este tratamiento transforma la musculatura y la composición corporal. Por eso, el médico especialista en endrocrinología Cristofer Mora asegura que es erróneo cuando la gente habla de desigualdad competitiva: “decir que a una mujer transgénero le proporciona mayor ventaja haber sido hombre previamente no es cierto”.

Así, si hoy Elliot Page decidiera comenzar a competir en natación con otros hombres principiantes, no podría alegarse que entra en desventaja y que tiene que ir a competir contra mujeres.

La diferencia con Thomas es que, antes de transicionar, entrenó y ganó algunas adaptaciones fisiológicas que, en opinión de Roberto Solano, fisiólogo deportivo y experto en rendimiento deportivo, se mantienen a la fecha y le dan ventaja a Thomas respecto de su competencia.

Aún así, “las predicciones de que rompería los récords nacionales y destruiría al resto (…) después de haber nadadado tres años para los hombres de Penn, nunca se hicieron realidad”, reseñó el Washington Post.

Gente, ¡qué no cunda el pánico! El triunfo de Thomas no es ningún acabose, como tampoco lo fue la derrota de Laurel Hubbard, por citar un par de ejemplos.

Ganes y pérdidas de personas transgénero en diferentes disciplinas deportivas son parte de la TRANSformación que estamos viviendo en este imaginario, que se está haciendo más grande y diverso

“El respeto a la identidad de género en el deporte es un paso adelante en invitar más personas a la mesa y no, un intento de reemplazar unas por otras”, leí en un muro de Facebook. Dicen que lo dijo el atleta Bradley Johnston Leyer. No me consta, pero igual me gustó la frase.

Probablemente investigaciones futuras darán más luz al tema para que podamos seguir aprendiendo. Por mientras, hagamos espacio en la mesa, sin miedo.