La semana pasada les hablé de la molécula lac-phe, que descubrieron se produce cuando hacemos ejercicio intenso y que inhibe el apetito.
Entre los datos reseñados, los investigadores vieron que cuando hacemos ejercicio de resistencia se produce menos cantidad de esa molécula respecto de cuando hacemos sprints. Entonces claro, ilusa yo, pensé: “¡Qué chiva! Ahora tenemos más info para escoger qué tipo de ejercicios hacer”.
El mercado, por el contrario, pensó: “¡Qué chiva! ¿Cuándo la sitentizarán químicamente para comprarla en la farmacia y ahorrarme el ejercicio?”.
Una publicación que referencia el estudio señaló que, en roedores de laboratorio alimentados con una dieta alta en grasas, una dosis cuantiosa de lac-phe redujo el hambre y las ganas de consumir comida rica en calorías durante un período de 12 horas en comparación con un grupo de control.
El menor consumo de alimentos en ratones que consumieron la dosis de lac-phe se tradujo, a los 10 días, en menor peso y grasa corporal y mejor tolerancia a la glucosa, detalló el investigador Jonathan Long en el sitio de la Universidad de Stanford, uno de los centros de estudios que participó en esta investigación.
Por eso, considera que una cuarta parte de la contribución del ejercicio al control de peso, puede atribuirse a esta molécula.
Coincide Yong Xu, investigador de la facultad de medicina de la Universidad de Baylor: “Se ha demostrado que el ejercicio regular ayuda a perder peso, controla el apetito y mejora el perfil metabólico, especialmente en personas con sobrepeso y obesas”.
Así, entender el mecanismo por el cual el ejercicio desencadena estos beneficios e inhibe el sentir hambre, replicarlo químicamente y ponerlo a disposición del público general podría ayudar a muchas personas a mejorar su salud. Por eso, quieren seguir investigando más en esta línea.A mí esto no me emociona. Me preocupa un poco, más bien.
Alguna vez me preguntaron en broma: “si existiera una pastilla que, ud se la toma y se le quita el sueño y se siente descansada y no es nociva para la salud, solo le erradica la necesidad de dormir, ¿la tomaría?”.
No. Obviamente no. De las cosas que más disfruto de dormir son los sueños loquísimos que tengo y la sensación deliciosa de acostarse en la camita fría con sábanas recién cambiadas. Ninguna pastilla me haría vivir eso.
Igual siento con esta “gym-pill”. Los beneficios del ejercicio no se deberían cuantificar solo en términos de peso y talla. ¿Qué hay de los intangibles, como la relajación que ocurre también producto de otro compuesto químico que libera el cuerpo (endocannabinoides)? ¿Lo reemplazamos con CBD?
¿Y la mayor energía? ¿Con cafeína?
¿Qué hay de las toxinas que se liberan en el sudor? ¿Nos metemos a un sauna o hacemos una dieta detox?
¿Qué hacemos si no tenemos la fuerza necesaria que requieren los músculos para realizar las actividades de la vida cotidiana, como alzar a los hijos, cargar las compras, subir las gradas, pasear al perro? ¿Contratamos a alguien que sí tenga esa aptitud física?
¿Y cómo suplimos la satisfacción de una meta cumplida? ¿Qué podemos comprar para eso?
Claramente, me estoy adelantando. La pastilla no está en venta, ni en frabricación. Es más, ni si quiera se sabe si la van a hacer o no.
Pero chiquillxs, proméntame que, si llegan a ver lac-phe en la farmacia, no van a saquear el anaquel —al menos no sin antes recordar las preguntas que les plantee arriba.
Y por mientras, de aquí a que suceda ese apocalipsis zombi, por favor, no se obsesionen con los gramos y los centímetros. Más bien, sáquenle el jugo a todos esos intangibles que nos da el ejercicio, y traten de atesorarlos también.
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