Soy católica, Jesus-fan#1, pero no muy Mariana, la verdad. Aún así, nunca me ha gustado pensar la romería como un fondo; como que no me gusta el 2×1: si estoy haciendo algo relacionado con la fe, estoy en eso; no, entrenando… Digamos, las veces que he ido, sí, voy en tenis y ropa deportiva pero no ando contando pasos, ni calorías, ni la zona, ni… ¿Me explico?

Pero la verdad es que, aún si, por fe, no veo la romería como un ejercicio de resistencia, por mi rol de entrenadora, sí me parece importante advertirles sobre los cuidados que deberían tener en caso de estar planeando hacerla.

Prepárese

Si la actividad física no es parte de su rutina, sería bueno que días antes de la romería haga algunas caminatas cortas, de 15 a 30 minutos, para que el cuerpo tenga un estímulo similar al que recibirá durante la peregrinación y empiece a prepararse, aconseja Liana Marín, fisioterapeuta de LM Fisioterapia.

Parte de la preparación es hidratarse. Durante la caminata se perderá líquido. Es importante que desde ahora esté “a full” previendo ese desgaste. También debe cuidar la alimentación previa al evento.

Antes de empezar la caminata, no estire. Sí, está leyendo bien: uno nunca debe estirar los músculos fríos. Lo que sí puede realizar, son ejercicios de movilidad articular, especialmente de tobillos y caderas. Además, si piensa ir en de día, es importante utilizar bloqueador solar, aún si está nublado.

No estrene calzado

“Error común es creer que un zapato tenis nuevo es mejor; pero puede hacernos ampollas. Lo mejor es calzar algo cómodo, que ya estén acostumbrados a usar”, recomienda el fisioterapeuta Eugenio Farías. De hecho, su colega Cindy Charpentier, de Rehabilitación del Movimiento, asegura que las ampollas son la principal lesión que tienen los romeros.

“Yo recomiendo ponerse vaselina, algodón entre la media y el pie, en los dedos gordos y en el talón para amortiguar el roce de los zapatos; y hacerlo desde el inicio: no esperar a que la ampolla se dé para curarla”, detalló Charpentier, quien, junto a sus estudiantes, ha brindado asistencia por casi una década en los puestos de soporte disponibles a lo largo del recorrido.

Evite pesos innecesarios

Otra de las lesiones que Charpentier ha visto ocurren en la espalda: contracturas producto de bultos pesados donde llevan calzado y ropa extra, sombrillas, refrescos, alimentos, abrigos… A esto se suma que a veces deben alzar también con los hijos o con mascotas que no están preparadas para el sobreesfuerzo y terminan cargando con su peso en hombros.

Sí es necesario llevar hidratante y meriendas que mantengan los niveles de glucosa en rangos saludables, afirma Marín. También son imprescindibles los medicamentos, si están tomando alguno, al igual que una identificación, aconseja Farías.

Sin embargo, otros accesorios que sean innecesarios es mejor no cargarlos.

Manténgase en movimiento

Eviten las paradas constantes, porque el cuerpo se enfría y puede contracturarse, dice Marín.

Tanto ella como Charpentier recomiendan que las pausas sean activas, realizando ejercicios de movilidad y masajitos activadores.

Escuche su cuerpo

“Es cierto que la mente puede sobre el cuerpo y más aún si lo hacemos con una gran fe. Pero también es importante reconocer nuestros límites para así evitar complicaciones”, aconseja Farías.

Coinciden los especialistas entonces en lo necesario de estar atentos a cualquier dolor o molestia que surja, sobre todo si es persistente. Es mejor parar cuando el cuerpo lo necesita, a ganarse una ruptura muscular, un esguince por sobrecarga o una fascitis plantar.

Camine a su ritmo; no es una competencia; controle la respiración y disfruten el camino. “El recorrido es tan o más importante que llegar a la meta. Sientan su cuerpo y respeten lo que sientan”, dice Farías, quien recuerda el refrán que dice que el camino de las 1000 millas inicia con el primer paso.

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