El Global Accessibility Awareness Day se conmemora cada tercer jueves de mayo. Este es el primer año que lo celebro en una silla de ruedas.

Les había contado que me tenían que hacer una artroscopía de cadera y que quería mantenerlos al tanto sobre cómo me preparaba para el procedimiento y cómo logro mantenerme activa durante la recuperación.

A una semana de la cirugía, he cumplido mi promesa; pero hoy quiero desviarme un poco del tema.

Cada tercer jueves de mayo se celebra mundialmente el Global Accessibility Awareness Day (GAAD). Es un festejo mundial que intenta crear consciencia sobre la importancia que la accesibilidad tiene para lograr una sociedad realmente inclusiva —palabra que está de moda y que “suena bonito” pero que no todos estamos dispuestos a llevar a la práctica, haciendo (y dejando de hacer) lo que esto implica.

Hasta hace poco, accesibilidad era un tema al que le tenía miedo y cierto “respeto” porque lo veía como algo muy lejano y difícil de entender; también un tema que me generaba lástima y preocupación porque sentía que lograrlo era buscar una utopía. Estuve equivocada.

Mi amiga Joyce, corredora no vidente, me hizo cambiar el enfoque: “si vos y tu grupo de amigos están preparando una comilona para ver el clásico y solo una de las personas invitadas es vegetariana, ¿cancelan el evento? ¿le piden a la persona que llegue después? ¿igual hacen carne asada y que esa persona los vea comer? ¿o le tienen algo distinto que esa persona pueda disfrutar mientras los demás comen carne? ¿o cambian totalmente de menú y pasan a comer una pizza o algo que todos puedan disfrutar?”.

No estaba siendo sarcástica. Es un escenario realista y todas esas opciones podrían darse.

Ese es el tema con la accesibilidad: no es hacer una concesión especial a un grupo de personas que tiene “un problema” que les tenemos que “resolver”. No. Es hacer algo que todos podamos disfrutar por igual, sin que la persona vegana pase hambre, ni el carnívoro tenga que volverse vegetariano.

Lograrlo es un reto que me apasiona, tanto cuando hago contenido y comunicación, como cuando hago modificaciones a planes de entrenamiento para que un mismo ejercicio sea realizable por diferentes personas, cada una con sus distintas aptitudes físicas.

Uno siempre piensa que a uno no le va a pasar… pero a inicios de año no sabía que iba a estar en silla de ruedas por un tiempo y hoy agradezco cada rampa que me topo. Así es la vida.

No quiero, ni espero que les toque aprender sobre accesibilidad en carne propia pero sí deseo que a partir de ahora “repiensen un poco el menú”, estén dispuestos a caminar la “milla inclusiva” y empiecen a contemplar las variaciones que está en sus manos realizar para que todos podamos disfrutar una mejor experiencia de vida cada día. 

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