Estoy segura de que varios leyeron recientemente que un estudio determinó que la motivación (o falta de esta) para hacer ejercicio puede estar en los genes.

Los investigadores tomaron un grupo de roedores y los pusieron en jaulas con ruedas de ejercicio. Los que corrían más fueron cruzados entre sí, al igual que sus contrapartes más perezosas. Al cabo de 10 generaciones, identificaron 36 genes que podrían jugar un rol en la predisposición que tenían los roedores para ejercitarse.

Claro, para muchos el hallazgo fue la excusa que les faltaba para zafarse de hacer ejercicio: “no me ejercito porque estoy predispuesto genéticamente a no hacerlo”.

Señores, yo estoy predispuesta genéticamente a ver mal, Michael Jackson estaba predispuesto genéticamente a tener un color de piel oscuro y sé de varios futbolistas que están predispuestos genéticamente a no ser lacios… pero anteojos, químicos y planchas lograron cambiar esas realidades.

La genética no siempre puede ser la culpable de todo y, aún si lo fuera, no quiere decir que no se pueda superar.

No me tienen que convencer de lo importante que es la motivación para poder empezar a hacer ejercicio y muchas veces, para lograr terminar lo que se empezó.

Pero mentira que quienes hacen ejercicio piensan “¡qué buenos genes tengo! ¡voy a aprovecharlos!”. No. Piensan en aquel pantalón que quiere usar en la fiesta equis, en la competencia en la que quiere participar en la fecha tal, en lo bien que se va a sentir al terminar la sesión…

Y si aún así me va a salir con el estudio de los genes perezosos, le saldré yo con el estudio que dice que ejercitarse, aún cuando no se desea, tiene efectos positivos en la salud mental.

¿Cómo le quedó el ojo?

Evidentemente hacer ejercicio, aún sin tener ganas, va a generarle ganancias a nivel de fuerza, elasticidad, sistema cardiovascular y otros. Pero los investigadores descubrieron que los beneficios no quedan al nivel físico, sino que todo lo que la actividad física logra a nivel psíquico, que va desde un mejor desempeño cognitivo hasta una reducción de la ansiedad y la depresión, lo consigue el ejercicio por las buenas o por las malas.

Así que no se esconda tras sus genes. Rételos. Supérelos y empiece a disfrutar de todos los beneficios que una vida activa le reparará.

 

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