Hace unos meses empecé a practicar yoga aéreo ( AGY) y tengo que confesarles que es mi entrenamiento favorito.

Hacemos posturas suspendidas en el aire que permiten alargar la columna y liberar tensiones acumuladas en los hombros y el cuello y otras que más bien tienen por objetivo fortalecer los músculos de las extremidades y los estabilizadores del core.

Sería difícil imaginar que se pudieran hacer tantos ejercicios con objetivos tan disímiles en una hamaca de tela, como también sería difícil imaginar que un par de cuerdas con unas pseudo-argollas al final (como el TRX o el Rip 60) podrían servir como gimnasios muy completos para el hogar.

En términos generales, la idea es apoyar en esas cuerdas una o las dos manos mientras uno o ambos pies están en contacto con el suelo (o viceversa) y luego realizar movimientos que reten al cuerpo de diversas formas, muy similar a como se vería Tarzan haciendo ejercicio entre sus lianas.

Tanto ese tipo de ejercicios como los de AGY se enmarcan en lo que se denomina entrenamiento en suspensión y que, como todo tipo de entrenamiento poco tradicional, tiene defensores y opositores.

 Pros y contras

Defensores de este sistema de entrenamiento, como los fabricantes del sistema TRX, destacan que es un sistema de entrenamiento funcional que pone a los músculos a trabajar de forma sinérgica, como sucede en la vida real, en lugar de aislarlos, como sucede cuando se realiza ejercicio en algunas máquinas.

Otro beneficio es que, dependiendo del ejercicio, se pueden lograr beneficios de aumento en masa muscular (tonificación), fuerza, potencia, equilibrio, flexibilidad, coordinación y propiocepción ( que es como una conciencia corporal) de formas que, comúnmente, no se experimentan durante ejercicios más tradicionales, dicen en el National Council on Strenght and Fitness ( NCSF).

Además, dicen que el usuario tiene el control del nivel de dificultad del ejercicio que realiza porque, con solo ajustar la posición del cuerpo respecto del suelo, esta aumenta o disminuye.

¿Por qué?

El centro de gravedad corporal está situado justo encima de las caderas, en el medio del cuerpo.

Al cambiar el ángulo respecto del piso, cambia el centro de gravedad y, por ende, la necesidad o no de implicar más fuerza y coordinación para realizar determinado movimiento muscular.

“Los ejercicios de peso corporal en suspensión están diseñados para desplazar intencionadamente su centro de gravedad, con el fin de activar la musculatura central en cada ejercicio, con el fin de estabilizar y equilibrar el cuerpo de una manera verdaderamente funcional”, dicen en el blog de la empresa.

Sin embargo, este es precisamente el aspecto que más critican los opositores porque, si se tiene fuerza abdominal insuficiente, podría no lograrse la estabilidad necesaria y sobrecargar algunas articulaciones, ocasionando lesiones.

“Un segmento de la población no tiene suficiente  capacidad para estabilizar su cuerpo por lo que, en lugar de utilizar el core, emplean los músculos equivocados, lo que agrava el riesgo de lesión”, explica Fabio Comana, un investigador de del American Council on Exercise ( ACE).

Al respecto, Walter Thompson, profesor de kinesiología en la Universidad de Georgia en Atlanta, detalla: “ Veo potencial para lesiones musculares, esqueléticas y articulares. Particularmente hiperextensión de muñecas, codos, hombros, tobillos y rodillas”.

Al respecto, en Livestrong señalan que, como ocurre con cualquier tipo de entrenamiento, realizar una técnica incorrecta expone a quien la realiza a una lesión. “Es necesario seleccionar ejercicios adecuados al nivel de entrenamiento y experiencia de quien los ejecuta”, aconsejan.

En esto último, coincido plenamente. Nunca es recomendable experimentar en temas de salud y bienestar sin la asesoría de un especialista que, no solo le aconseje un plan de ejercicios recomendable a sus objetivos y necesidades, sino también que lo corrija si no lo está realizando de la forma adecuada, para evitar así lesiones.

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