¿Cuándo es la próxima cita?, preguntan los pacientes al final de la consulta.

La respuesta depende no solo de la agenda del especialista, ni la disponibilidad de tiempo y recursos económicos de la persona; sino también —y más importante aún— del objetivo que quiere alcanzar.

Los  programas de entrenamiento deben cambiarse, a lo sumo,  cada dos meses. De lo contrario, el cuerpo se acostumbra al estímulo que recibe y deja de hacer adaptaciones.

Por su parte, los  planes alimenticios deben cambiarse con más regularidad.

“Si el objetivo está enfocado en bajar grasa corporal y aumentar masa muscular, las citas se recomiendan cada mes, ya que los cambios, si se presentan, tomarán de tres a cuatro semanas”, dijo la nutricionista Karolina Solís.

Sin embargo, agregó, “si son pacientes con algún  grado de sobrepeso u obesidad donde la intervención está enfocada en bajar de peso (sin dejar de lado la grasa), personalmente  recomiendo que las citas sean quincenales para brindar un mayor acompañamiento en el proceso”.

Un estudio realizado por la Universidad de Minnesota que evaluó 3.000 personas a dieta a lo largo de tres años encontró que los que se pesaron a diario perdieron más libras, mientras que la National Weight Control Registry sugiere que  pesarse semanalmente es la práctica más común entre las personas que pierden peso con éxito y se mantienen comentó, en su blog, Malia Frey, coach en salud y entrenadora personal certificada.

Empero, la nutricionista Karol Madriz no considera que esas sean prácticas adecuadas.

“El peso puede variar y no necesariamente es porque no estemos cumpliendo con el plan nutricional: puede deberse a  descontrol hormonal, retención de líquido, mala digestión, incremento de la masa muscular… Y si la persona se pesa y ve que el peso aumentó pero no sabe si es por alguna de esas razonas,  puede sentir una desmotivación  y llevarla a un abandono del programa nutricional”, comentó. 

Independencia

De acuerdo con Solís, conforme avanza el paciente hacia la meta, se van espaciando las citas con el fin de que se vaya independizando y  aprendiendo a cómo tener, por sí mismo, un estilo de vida que sea sostenible a largo plazo.

Sin embargo, cuando se cumple con la meta del programa nutricional, Madriz aconseja mantener un control y seguimiento del peso y el comportamiento alimentario, yendo al nutricionista cada tres meses el primer año y, posteriormente, cada seis meses o de manera anual.

En material de ejercicio, el tema es un poco distinto, porque aún habiendo alcanzado la  meta de peso saludable se puede proponer (y así debería hacerlo) mejorar en todos los componentes de aptitud física (condición cardiorrespiratoria, fuerza muscular, resistencia muscular, flexibilidad… pero de estos hablamos otros día).

Para ello,  necesitará que un especialista le diseñe un plan de acuerdo con sus necesidades específicas.

Que quiera entrenar con él y pagarle por ese servicio adicional cada sesión, son otros cien pesos (más bien otros ¢10.000 o más); pero perfectamente puede contratar un entrenador que le diseñe un plan adecuado a sus necesidades y que le enseñe a hacer los ejercicios de forma adecuada.

Si los hace en un gimnasio, el personal de ahí debería velar por la adecuada técnica en cada movimiento.

Buenas prácticas

 Así como existen buenas prácticas a la hora de  medirse para calcular su porcentaje de grasa corporal, también las hay a la hora de pesarse.

Se aconseja  hacerlo en las mañana, después de ir al baño y, si es posible, en ayunas. Además, es recomendable tener puesta la mínima cantidad posible de ropa y utilizar siempre la misma balanza, dado que la precisión y calibración varía de una a otra.

A las mujeres, Madriz recomienda  no pesarse los días que están menstruando porque en ese periodo se produce una retención de líquido que mostrará un mayor peso del real.

Tampoco recomienda pesarse después de entrenar pues el ejercicio produce una pérdida de líquido por la sudoración que, más bien, reflejará un peso menor al que tiene.