Esta es la historia de una persona muy cercana. Digámosle Alex.

Desde el primer día de kinder hasta el último de la U, Alex hacía ejercicio de manera constante: todos los días hacia 75 minutos de pesas y 45 minutos de cardio, heavy–ambos.

Una vez en el mundo laboral, la constancia se volvió más irregular. Las reuniones y los viajes se sumaron a las sedentarias horas de trabajo de oficina y las de actividad física fueron cada vez menos y más esporádicas.

Pero Alex no estaba dispuesto a ceder sus pesos: cuando lograba ir a entrenar, cargaba las mismas mancuernas de siempre y pretendía alzarlas como si nada hubiera cambiado.

¿El resultado? “La carga mecánica se fue haciendo cada vez mayor respecto de su fuerza muscular, que cada vez era menos“, le explicó el neurocirujano Gerardo Xavier Lang Serrano, mientras señalaba la hernia discal en la imagen de resonancia magnética.

Esta hernia en la columna, le dijo, es una lesión común en la articulación de la espalda; pero así como esta, hay otras que ocurren en otras articulaciones (codos, hombros, rodillas, tobillos…) porque estas son los puntos más débiles del aparato muscuesquelético.

“Siempre que la carga mecánica sea mayor a la fuerza, se va a dar una lesión”, sentenció.

Afortunadamente para Alex, aunque su hernia ya tocaba el nervio ciático, no estaba a punto de cirugía, sino que podía tratarse con medicamentos, terapia física y ejercicios de core.

Sí, ejercicios localizados para la zona de la lesión.

“¿Pero no es mejor dejarla quedita hasta que sane?”, replicó Alex al escuchar la recomendación médica.

Un músculo o se fortalece o se atrofia. No hay otro camino y siempre va a perseguir la carga mecánica: si hay menos movimiento, le seguirá menos fuerza”, respondió el doctor Lang.

Hace todo el sentido cuando recordamos la famosa analogía de la fábrica corporal. ¿Ud tendría en planilla a trabajadores que solo requiere de vez en cuando? No. 

Así también, el cuerpo solo recluta las fibras musculares que necesita con regularidad. 

Lecciones aprendidas

Entonces, ¿qué podemos aprender de la experiencia de Alex?

En primer lugar, la importancia de mantenernos activos constantemente. “Lo que no se usa, se apelota”, decían las abuelas.

No creo que se “apelote”, pero de fijo, se daña, como sucede con todo lo que cae en desuso.

En segundo, lo necesario de “topar al cuerpo dónde está hoy”. Si en el cole podía salir a correr 10k (kilómetros), como si nada, quizás hoy pueda hacer 5k o 3k. Y eso está bien.

Si hay que retomar con las mancuernas de 5 libras para eventualmente llegar a agarrar las de 50 kilos, está bien. Ahí está su cuerpo hoy y a partir de ahí hay que empezar a (re)construir el futuro.