“Empuje. Alargue. Suba los brazos. Baje los hombros. Siga empujando. Inhale. Sostenga.”

Yo he estado de ese lado, dando las instrucciones. Pero esta vez era quien las recibía. Los comandos venían de Liana Marín, fisioterapeuta certificada, entre otras cosas, en ejercicio hipopresivo.

Pero que yo fuera la alumna no era lo más extraño, sino, la técnica en sí misma. Por un lado, me pedía tensar y alargar a la vez y por otro, cada cierto tiempo me pedía aguantar la respiración.

(Inserte aquí, mentalmente, el muñequito que le explota la cabeza. #Mindblown)

Lo de tensar y alargar me resultaba familiar a lo que hacemos en pilates pero no respirar por al menos 10 segundos sí fue totalmente distinto a cualquier otro ejercicio que haya hecho antes.

Y es que, con los ejercicios hipopresivos la apnea, que es justamente dejar de respirar, seguida de una falsa inhalación y succión abdominal es su sello distintivo, afirman en el sitio de la Asociación de Fisioterapeutas de Canadá. Esta famosa apnea junto con la respiración abdominal diafragmática que acompaña cada movimiento mejora el VO₂, que es la cantidad máxima de oxígeno que el organismo puede absorber, transportar y consumir en un tiempo determinado, explica Marín, doctora de LM Fisioterapia. Así, se puede mejorar el desempeño deportivo y la capacidad respiratoria de quien lo practica.

Por otro lado, las tensiones y enlogaciones que demanda cada comando en cada pose son ejercicios isométricos de bajo impacto que mejoran la postura corporal y reducen la circunferencia de la cintura. Esto como consecuencia de esa succión abdominal, que se realiza frecuentemente durante la sesión, y de la activación de la musculatura abdominal profunda que se consigue, señalan estudios.

Además, afirmó Marín, estas posturas hipopresivas activan toda la musculatura trasera (dorsales, isquiotibiales, glúteos), la cual suele ser débil en la mayoría de las personas.

Carobicos (Foto de Carobicos para EF)

Beneficios profundos

Pero no todos los beneficios de los ejercicios hipopresivos se ven a simple vista. Este tipo de entrenamiento educa sobre cómo regular las presiones internas del cuerpo. “Estamos acostumbrados a tener posturas que empujan la pancita para afuera. Estar sentados encorvados lo hace; y, cuando hacemos ejercicio, también solemos ejercer presión hacia afuera, para ser capaces de levantar más peso; o sea, estamos acostumbrados a ser hiperpresivos y no, a regular esas presiones internas correctamente, que es lo que se logra con hipopresivos”, detalla la especialista.

Coinciden sus colegas canadienses: “los ejercicios tradicionales, el entrenamiento abdominal, la gravedad, así como la mayoría de nuestras actividades diarias, incluidas el caminar, son HIPERpresivas — aumentan la presión intraabdominal; el ejercicio HIPOpresivo reduce la presión en las cavidades torácica, abdominal y pélvica”.

¿Y esto por qué es importante? En coloquial: para que, “cuando sea grande”, no se orine cuando estornude.La verdad es que, tanto hombres como mujeres, somos propensos a lesionarnos el suelo pélvico. Este es un grupo de músculos y otros tejidos que mantienen en su lugar la vejiga, los intestinos y otros órganos pélvicos para que puedan funcionar adecuadamente, explican en MedLine.

Inadecuado manejo de presiones internas, cirugías, obesidad, embarazo y otras situaciones pueden ocasionar estas lesiones que se traducen en dificultad para comenzar a orinar o vaciar la vejiga por completo, infecciones del tracto urinario, pérdidas de orina al reírse, toser, hacer ejercicio o caminar, pérdidas de materia fecal o dificultad para controlar los gases, estreñimiento, hemorroides, disfunción eréctil, etc.

Por eso, este tipo de ejercicios no son solo una moda de entrenamiento en fitness, sino también, una herramienta terapéutica.

¿Cómo es una clase?

“Llevamos al cuerpo a máxima tensión para, luego, obtener máxima relajación,”

detalló la fundadora de LMS Fisioterapia.

Esto se logra llevando el sistema nervioso simático a tope. Según detallan en el Instituto Nacional de Cáncer, este es justamente el que aumenta la frecuencia cardíaca, la presión arterial y la frecuencia respiratoria, razón por la cual no es un ejercicio aconsejable para personas hipertensas, adviritó Marín.

En esta simpática activación (#chascarrillo) no solo influye el juego respiratorio, sino también las posturas. La persona tiene que buscar la autoenlongación, logrando tracción en la columna vertebral (respetando los arcos cervicales y lumbares, alejando los hombros de las orejas, acercando las escápulas para abrir el pecho, etc).

Al mismo tiempo, debe tensar sus músculos, manteniendo la postura correcta y la respiración indicada.

Completada la postura, se realiza una apnea mientras se avanza a la postura siguiente, como demuestra la especialista en estos tres minutos:

Marín recomienda a los principiantes iniciar con sesiones de 20 minutos cada dos días, para que el cuerpo y la mente tengan chance de ir asimilando las posturas. Luego, se puede ir aumentando los minutos y reduciendo los días de descanso entre cada sesión, además de que se puede incrementar la dificultad de las posturas.

La especialista no recomienda este tipo de ejercicios para mujeres que estén en menos de 38 semanas de embarazo. “A partir de esta fecha, puede ser más bien beneficiosa para acomodar a bebé para salir”, dijo.

Además, aconseja evitar estos ejercicios en la noche y cuando no se está bien hidratado. “Al finalizar, aún si no tiene ganas, es necesario ir a orinar para reactivar ese reflejo qu se ve inhibido durante la sesión”, mencionó.

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