La semana pasada les externé mi preocupación sobre la errada percepciónpública que confunde el amor propio con el descuido del peso corporal, amparados en que hay que aceptarnos como somos.

“Aunque la positividad corporal se trata de celebrar el amor propio, no debería ser una excusa para no estar saludable (…) El verdadero amor propio es hacer todo lo posible para garantizar tu cuerpo está lo más saludable y feliz posible”, dijo a Forbes Veronica Sams, una de las promotoras de ese movimiento global.

Suscribo sus palabras. De hecho, la obesidad se asocia con factores de riesgo importantes para la diabetes tipo 2 (T2D) y para enfermedades cardiovasculares (ECV), incluidos resistencia a la insulina, prediabetes, dislipidemia aterogénica (concentraciones altas de triglicéridos [TG] en plasma y bajas de colesterol HDL [HDL-C]), enfermedad del hígado graso no alcohólico y síndrome y/o disfunción metabólica.

¿Y cómo se sabe que una persona está con obesidad o sobrepeso? El índice de masa corporal (IMC) es la forma más común de determinarlo. De ahí que siempre les recomiende estar dentro del rango de peso saludable.

Sin embargo, recientemente estudios han visto cómo algunas personas con sobrepeso y hasta obesidad no experimentan muchos de los efectos metabólicos adversos del exceso de grasa corporal y se consideran “metabólicamente saludables”.

Hace poco la modelo Jessi Rodríguez contradijo a quienes sostienen que no está saludable, alegando que “el tamaño no es proporcional a la salud” porque “ser gordo no significa estar enfermo”.

“Efectivamente la salud de una persona no se puede medir únicamente por su peso o su IMC, que es un indicador que realmente está obsoleto”, aseveró la nutricionista Laura Mora. Incluso, refiriéndose a Jessi Rodríguez, la modelo que causó furor con su tweet “¿Una Miss Costa Rica gorda? Vamos a intentarlo”, dijo que “definitivamente es un ejemplo de salud en todas las tallas, por ser una chica activa, que promueve la salud y los buenos hábitos”.

En todo caso, en nutrición se habla del set point, que se refiere al peso que, biológicamente, cada cuerpo tendría de manera natural. Por eso, sí puede haber personas saludables que tengan un peso que esté fuera del rango considerado como “normal” según el IMC.

El problema está en que los especialistas no se ponen de acuerdo en qué quiere decir “estar [metabólicamente] saludables”.

La nutricionista y atleta Karolina Solís considera que están saludables quienes llevan una alimentación consciente, que se ajusta a las necesidades de su organismo, y mantienen una vida activa. Inclusive, añade, podría suceder que, para entrar a este rango “normal”, algunas de estas personas tengan que someterse a restricciones tan estrictas, que, más bien, los perjudiquen física, mental y emocionalmente.

Para Adriana Alvarado, de CNC Salud, la clave reside en mantener la grasa entre 10-20% en hombres y entre 18-28% en mujeres. Por eso, considera que una persona con sobrepeso está saludable cuando la grasa está en el rango normal, ya que si la persona tiene más músculo de lo normal, el IMC será mayor de lo normal también.

A la grasa y los hábitos saludables, Dayanna Jiménez, nutricionista en deporte, le suma a la definición de “estar saludable” las valoraciones médicas y los exámenes de sangre

Y así como las nutricionistas consultadas mencionan diversos criterios, la ciencia tampoco ha logrado consenso en una definición universalmente aceptada de lo que es obesidad metabólicamente saludable (MHO, por sus siglas en inglés).

De hecho, persiste la duda de si las personas con MHO, representan un subconjunto único de personas sanas con obesidad o si son simplemente un grupo en transición que, eventualmente, desarrollará obesidad metabólicamente no saludable (MUO, por sus siglas en inglés).

Un estudio reciente consideró la MHO como tener no más de dos de los siguientes cinco componentes del síndrome metabólico: presión arterial sistólica y diastólica alta, concentración plasmática alta de TG, concentración baja de HDL-C, glucosa sanguínea en ayunas alta y una circunferencia de cintura mayor a la normal. Otros incluyen criterios adicionales como concentraciones altas de colesterol total en plasma, colesterol LDL y proteína C reactiva, concentraciones anormales de glucosa en sangre, índices de sensibilidad/resistencia a la insulina.

Esta heterogeneidad en las complicaciones metabólicas asociadas con la obesidad se traduce en discrepancias sobre quiénes son MHO. Por ejemplo, 5 de cada 10 personas con obesidad son metabólicamente sanas cuando “saludable” se define como la ausencia del síndrome metabólico, mientras que solo 5 de cada 100 los son cuando saludable se define como la ausencia de cualquier componente del síndrome metabólico.

Pie de foto. En general, la MHO es más común en mujeres que en hombres, en jóvenes que en adultos mayores, en personas con IMC menores de 35 kg/m2 que en personas con IMC de 35 kg /m2 o superior, y en personas de ascendencia europea que en las de África, América del Sur y el sur de Asia (ascendencia india).

En todo caso, el riesgo de desarrollar enfermedades cardiometabólicas en personas con obesidad está directamente relacionado con el número y la gravedad de las anomalías metabólicas: si bien las personas con sobrepeso que están metabólicamente sanos tienen menor riesgo de desarrollar diabetes o cardiopatías respecto de personas con sobrepeso que no están saludables, siguen teniendo mayor riesgo de desarrollarlo en comparación con las personas metabólicamente sanas y delgadas (MHL). Solo, las personas con MHO que no llegan a desarrollar anomalías metabólicas tienen igual riesgo que las MHL de desarrollar enfermedades cardiometabólicas.

De ahí que nutricionistas como Jiménez o entrenadores como yo recomendemos que, en la medida de lo posible, intentemos estar en rangos saludables bioquímicos, físicos, emocionales, de grasa, de IMC, etc. 

Además, Solís aconseja analizar los aumentos de peso dentro del contexto porque, cuando son resultado de depresiones, desórdenes hormonales, cambios en estilo de vida, una pandemia que alteró estados de ánimo y rutinas, etc., lejos de ver el aumento de peso como un problema o una enfermedad en sí misma, es necesario verlo como un síntoma de algo adicional que está queriendo comunicar el cuerpo.  Por eso, afirma que es importante hacer una evaluación más integral; “no nos podemos basar solamente en números”. 

Este post se publicó primero en EL FINANCIERO