“Es imposible cumplir la dieta al 100%. Yo sé que de fijo la incumpliré por lo menos un día a la semana. Prefiero saber que tengo un cheat meal para portarme mal y retomar la dieta después, que ‘aguevarme’ y sentir que no puedo cumplirla y dejarla tirada”, me dijo luego de ordenar una pizza mediana y una cerveza artesanal.

Yo no le había hecho pregunta alguna sobre su orden pero mis ojos de desaprobación lo impulsaron a justificarse –a justificar por qué, teniendo sobrepeso y triglicéridos y colesterol en niveles preocupantes para su edad, había roto su promesa de empezar a cuidarse más con una alimentación sana y un plan de ejercicio regular.

Como él, hay quienes, al empezar dieta, necesitansaber que tendrán una válvula de escape, un paréntesis, un antojo que saciarán un día y que les servirá de motivación para comer bien durante todos los demás.

Especialistas en el tema los justifican: “La filosofía detrás de esto básicamente dice que cumplir con un régimen de alimentación saludable requiere fuerza de voluntad y que recompensarse por haberlo lograrlo la aviva. Al satisfacer antojos de alimentos que estuvieron fuera de alcance, se repone la fuerza de voluntad ya agotada y le ayuda a la persona haciendo dieta a seguir cumpliéndola”.

Esa es una justificación, pero no la única porque los defensores de los cheat days tienen argumentos que van más allá del tema psicológico.

De acuerdo con la revista Muscle & Fitness, al hacer dieta se crea un déficit de energía al que el cuerpo se adapta eventualmente por lo que empieza a compensar lo que considera falta de calorías con quemar menos cantidad de ellas al día.

Tener un cheat day en el que se consumen más calorías interrumpe esa desaceleración metabólica. El cuerpo entonces siente que está recibiendo suficientes calorías y vuelve a encender su metabolismo, haciéndolo más eficiente. Algunos afirman que esto es lo que hacen los físicoculturistas para quemar más grasa. (Yo, personalmente, no puedo dar fe de ello pero se los cuento para que luego no se me acuse de no haber hablado de las dos caras de la moneda a cabalidad).

Planificar y separar los cheat meals para que no sean parte de sus hábitos de alimentación, sino, eventos esporádicos; consumir una comida (un plato; uno = 1; no, un plato + un postre + un frapuccino de caramelo con una galleta de chocochips); no hacer todo un día de cheat meals —y no sentirse culpable al respecto—;entrenar más arduamente ese día son parte de las buenas prácticas que recomiendan quienes defienden y ponen en práctica los cheat meals.

En contra

“Puede ser que a un físicoculturista le sirva. Sin embargo, la mayoría de las personas que hacen dieta no se están preparando para una competencia y no tienen que tomar medidas drásticas para mejorar el metabolismo. Si le preocupa que su tasa metabólica se desacelere al hacer dieta, levante pesas para mantener tanto su tasa metabólica como su masa muscular”, aconsejan en Authority Nutrition.

Estoy de acuerdo; pero ese no es el argumento que yo defiendo.

El entrenador Ryan Andrews, autor de  Drop The Fat Act and Live Lean, tiene otro argumento en contra de loscheat days: cuando llega el día de la indulgencia, el foco no está en disfrutar de los alimentos a los que no se ha tenido acceso en toda la semana, sino, en consumir todo lo que pueda antes de que se acabe el día.

“Cuando un alimento está fuera de los límites, se desarrolla un apego emocional: usted comienza a obsesionarse con esa comida y, cuando finalmente tiene acceso a ella, la come en exceso “, explica Melainie Rogers.

La gente entonces come más allá de la saciedad y se harta, ocasionando repercusiones negativas en la digestión y en el autoestima; pero el problema no queda ahí: al día siguiente se despierta anhelando más azúcares y carbohidratos refinados y alimenta la adicción por esos alimentos.

También estoy de acuerdo con ese argumento pero tampoco es la razón por la que yo, personalmente, estoy en contra de los cheat days.

Mi rechazo empieza por el nombre: cheat, que significa “hacer trampa”, “engañar”.

¿ A quién cree que está engañando al decir que está tratando de tener hábitos más saludables al tiempo que añora hartarse de algún antojo apenas pueda? A usted mismo.

Iniciar un plan de alimentación y actividad física no es empezar dieta y ejercicio, es comprometerse con un estilo de vida saludable. Como indica el decálogo de los atletas, se trata de hacer elecciones, no, sacrificios.

Si usted cree que merece un premio por comer bien o por hacer ejercicio, yo creo que usted no ha comprendido de qué se trata tener un estilo de vida saludable. La premisa de la que está partiendo está errada e iniciar el plan será una lucha ardua entre lo que debe hacer, lo que quiere hacer y lo que en su opinión merece hacer.

Antes de asumir un compromiso así, debe estar convencido de que es algo que quiere y no, algo que tiene que hacer. Solo así no empezará el lunes deseando que sea domingo para comer lo que realmente quiere, solo así no necesitará hacer trampa ni engañarse a usted mismo para tratar a su cuerpo como merece, solo así podrá disfrutar de la verdadera buena vida.

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